Discusión

Este informe describe un caso muy inusual, en el que lo más probable es que la mosca o moscas adultas hayan aprovechado de forma oportunista una abertura en la piel, por ejemplo, una herida por rascado, u otras condiciones apropiadas en los labios para favorecer el ciclo vital de la mosca (Burgess, 2003). Cuando los huevos de esta mosca son puestos, eclosionan en gusanos en un plazo de 12-24 h. Las larvas del primer estadio se desarrollan en aproximadamente 1,8 días; el segundo estadio, en 2,5 días; y el tercer estadio, alrededor de 4-6 días (Burgess, 2003). Basándose en los últimos avistamientos conocidos de los vecinos, se cree que el tiempo que el paciente pasó tumbado en el jardín fue de aproximadamente 2 días; por tanto, es poco probable que la mosca adulta observada en A&E haya pasado por este ciclo de desarrollo mientras estaba incrustada en el paciente. Una explicación más probable es que la mosca adulta estuviera en proceso de puesta de huevos e iniciando el ciclo cuando se vio perturbada al quitarse la ropa. Las larvas identificadas en los labios vaginales eran del segundo estadio, que es la fase de desarrollo que se alcanza en unos 2,5 días, lo que encaja con el tiempo que probablemente estuvo la paciente en el jardín. La larva de primer estadio obtiene sus nutrientes originalmente de los fluidos corporales que rodean los labios, lo que favorece su crecimiento, mientras que el estadio de segundo estadio, con las piezas bucales más desarrolladas, comienza a digerir el tejido de los labios.

Existe poca información en la literatura que describa casos humanos de miasis. Una revisión de la miasis por heridas en las zonas urbanas de Estados Unidos estimó que puede haber hasta 7000 casos al año, pero es probable que muchos casos no se denuncien debido a razones culturales y sociales (Sherman, 2000). Los factores de riesgo de la miasis son el debilitamiento, el olor corporal o a sangre, el descuido de la higiene personal, el alcoholismo y la temporada de verano (Greenberg, 1984). Tres de estos factores estaban presentes en este caso y, además, es probable que la mayor exposición al aire libre haya contribuido a aumentar la exposición potencial a las moscas. Otros factores que se sabe que aumentan el riesgo de miasis son la diabetes o la enfermedad vascular periférica, que se asocian a las heridas crónicas (Sherman, 2000).

El tratamiento de un paciente con miasis por moscas implica la limpieza de las heridas y las actualizaciones del tétanos (Sherman, 2000). Ocasionalmente se requiere un desbridamiento si los gusanos se abren paso en el tejido (Burgess & Spraggs, 1992). Se recomiendan los cultivos de sangre para asegurarse de que no hay una sepsis secundaria y se prescriben antibióticos si hay pruebas de infección bacteriana activa (Sherman, 2000). También se han tratado casos con ivermectina, aunque generalmente cuando los pacientes tienen miasis orbital o una infección invasiva grave (Osorio et al., 2006; De Tarso et al., 2004; Costa et al., 2005).

El moscardón es una especie muy importante en la entomología forense, donde se pueden analizar las fases de desarrollo del insecto para determinar el tiempo transcurrido entre la muerte de una persona y el hallazgo del cadáver (Catts & Goff, 1992). Esto se define como el intervalo post-mortem (PMI). Aunque el cuerpo humano puede estar infestado por una gran variedad de insectos durante los años que tarda en descomponerse por completo, las moscas de la fruta suelen ser los primeros insectos en colonizar el cuerpo, a menudo minutos después de la muerte (Catts, 1992). Se sienten atraídas por las aberturas húmedas naturales del cuerpo, las heridas abiertas o la sangre acumulada de la víctima. La edad de los gusanos, su contenido interno y su desarrollo pueden dar una fecha de muerte precisa de un día o menos (Catts, 1992). Varios factores que afectan a las estimaciones del PMI son las condiciones meteorológicas, el calor metabólico generado por la masa de gusanos en el cadáver y la presencia de ropa u otras especies de insectos (Catts & Goff, 1992; Catts, 1992). Las larvas de moscardón aisladas del cadáver pueden utilizarse para comprobar la presencia de venenos y drogas, ya que algunas drogas aceleran mientras que otras frenan el desarrollo del insecto (Catts & Goff, 1992; Catts, 1992). El mercurio tiene un efecto adverso sobre el crecimiento de los gusanos, mientras que se ha demostrado que la cocaína acelera el crecimiento (Nuorteva & Nuorteva, 1982; Goff et al., 1989). Pueden detectarse toxinas como la fenobarbitona en los gusanos que se han desarrollado en un cadáver (Kintz et al., 1990).

Históricamente, debido a su capacidad de comer carne, los gusanos han desempeñado un papel en el tratamiento de las heridas. Antes de los antibióticos, la terapia larvaria estaba muy extendida en Europa con lotes de 200-600 gusanos que se aplicaban a las heridas que luego se cubrían durante 3-5 días. La especie Protophormia era una de las que se utilizaba en esta época. Después de 1940, pocos clínicos optaron por utilizar gusanos, en favor de los antibióticos (Burgess, 2003). Sin embargo, con el desarrollo de la resistencia a los antimicrobianos, puede ser conveniente volver a utilizar los gusanos del moscardón, especialmente con los avances en los apósitos para heridas que han reducido las tasas de complicaciones anteriores (Sherman, 2009). Puede ser una terapia especialmente rentable en las infecciones del pie diabético (Sherman, 2003, 2009; Tian et al., 2013) con un ahorro potencial en el Reino Unido estimado en 50 millones de libras esterlinas anuales (Thomas, 2006).

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