El desarrollo y establecimiento del sistema métrico
Uno de los resultados más significativos de la Revolución Francesa fue el establecimiento del sistema métrico de pesos y medidas.
Los científicos europeos habían discutido durante muchos años la conveniencia de un sistema nuevo, racional y uniforme que sustituyera las variantes nacionales y regionales que dificultaban la comunicación científica y comercial. La primera propuesta que se aproxima a lo que finalmente se convirtió en el sistema métrico se hizo ya en 1670. Gabriel Mouton, vicario de la iglesia de San Pablo de Lyon (Francia) y destacado matemático y astrónomo, sugirió una medida lineal basada en el arco de un minuto de longitud, que se subdividiría en decimales. La propuesta de Mouton contenía tres de las principales características del sistema métrico: la decimalización, los prefijos racionales y la medida de la Tierra como base para una definición. La propuesta de Mouton fue discutida, modificada, criticada y defendida durante 120 años antes de que la caída de la Bastilla y la creación de la Asamblea Nacional la convirtieran en una posibilidad política. En abril de 1790, uno de los principales miembros de la asamblea, Charles-Maurice de Talleyrand, introdujo el tema e inició un debate que desembocó en una directiva para que la Academia Francesa de Ciencias elaborara un informe. Tras varios meses de estudio, la Academia recomendó que se determinara la longitud del meridiano que pasa por París desde el Polo Norte hasta el Ecuador, que 1/10.000.000 de esta distancia se denominara metro y constituyera la base de un nuevo sistema lineal decimal y, además, que se derivara una nueva unidad de peso del peso de un metro cúbico de agua. Se propuso una lista de prefijos para los múltiplos y submúltiplos decimales. La Asamblea Nacional aprobó el informe y ordenó que se realizaran las mediciones meridionales necesarias.
El 19 de junio de 1791, un comité de 12 matemáticos, geodestas y físicos se reunió con el rey Luis XVI, quien dio su aprobación formal. Al día siguiente, el rey intentó escapar de Francia, fue arrestado, regresó a París y fue encarcelado; un año más tarde, desde su celda, emitió la proclama que ordenaba a varios científicos, entre ellos Jean Delambre y Pierre Mechain, realizar las operaciones necesarias para determinar la longitud del metro. Delambre y Mechain se pusieron manos a la obra para medir la distancia en el meridiano desde Barcelona (España) hasta Dunkerque (norte de Francia). El levantamiento resultó arduo; la guerra civil y extranjera obstaculizó tanto la operación que no se completó durante seis años. Mientras Delambre y Mechain se esforzaban sobre el terreno, los detalles administrativos se elaboraban en París. En 1793 se construyó un metro provisional a partir de los datos geodésicos ya disponibles. En 1795 se tomó la firme decisión de promulgar la adopción del sistema métrico para Francia. La nueva ley definía las normas de longitud, masa y capacidad y enumeraba los prefijos de los múltiplos y submúltiplos. Con la presentación formal a la asamblea del metro patrón, determinado por Delambre y Mechain, el sistema métrico se convirtió en un hecho en junio de 1799. El lema adoptado para el nuevo sistema fue «Para todos los pueblos, para todos los tiempos».
El metro patrón era la «diezmillonésima parte de un cuadrante meridional de la tierra» derivada del estudio de Delambre-Mechain. El gramo, unidad básica de masa, se hizo igual a la masa de un centímetro cúbico de agua pura a la temperatura de su máxima densidad (4 °C o 39,2 °F). Un cilindro de platino conocido como el Kilogramo de los Archivos fue declarado el estándar para 1.000 gramos.
El litro se definió como el volumen equivalente al de un cubo, cada uno de cuyos lados tenía una longitud de 1 decímetro, o sea 10 centímetros.
El are se definió como la medida de área equivalente a un cuadrado de 10 metros de lado. En la práctica, la hectárea múltiple, 100 áreas, se convirtió en la principal unidad de medida de la tierra.
El estere se definió como la unidad de volumen, igual a un metro cúbico.
Los nombres de los múltiplos y submúltiplos de todas las unidades se uniformaron, basándose en los prefijos griegos y latinos.
La conquista del sistema métrico en Europa se vio facilitada por los éxitos militares de la Revolución Francesa y de Napoleón, pero fue necesario un largo periodo de tiempo para superar la inercia de los sistemas consuetudinarios. Incluso en Francia, Napoleón consideró oportuno promulgar un decreto que permitía el uso del antiguo sistema medieval. No obstante, en la competencia entre los dos sistemas existentes, las ventajas de la métrica resultaron decisivas; en 1840 se estableció como monopolio legal en Francia, y desde entonces su progreso en todo el mundo ha sido constante, aunque cabe observar que en muchos casos el sistema métrico se adoptó en el transcurso de una convulsión política, al igual que en su inicio francés. Ejemplos notables son América Latina, la Unión Soviética y China. En Japón, la adopción del sistema métrico se produjo tras los cambios políticos pacíficos, pero de gran alcance, asociados a la Restauración Meiji de 1868.
En Gran Bretaña, las naciones de la Commonwealth y los Estados Unidos, el progreso del sistema métrico ha sido discernible. Estados Unidos se convirtió en signatario de la Convención Métrica de 1875 y recibió copias del Prototipo Internacional del Metro y del Prototipo Internacional del Kilogramo en 1890. Tres años más tarde, la Oficina de Pesos y Medidas anunció que el metro y el kilogramo prototipo se considerarían estándares fundamentales de los que se derivarían las unidades habituales, la yarda y la libra.
A lo largo del siglo XX, el uso del sistema métrico en varios segmentos del comercio y la industria aumentó espontáneamente en Gran Bretaña y Estados Unidos; se empleó casi universalmente en las profesiones científicas y médicas. Las industrias del automóvil, la electrónica, la química y la energía eléctrica han adoptado el sistema métrico, al menos en parte, al igual que campos como la optometría y la fotografía. En el Congreso de Estados Unidos y en el Parlamento británico se han hecho propuestas legislativas para adoptar la métrica en general. En 1968, el primero aprobó una ley en la que se pedía un programa de investigación y estudio para determinar el impacto que tendría en Estados Unidos el creciente uso del sistema métrico en todo el mundo. El programa concluyó con un informe dirigido al Congreso en julio de 1971 en el que se afirmaba: «Sobre la base de las pruebas reunidas en el estudio sobre el sistema métrico estadounidense, este informe recomienda que Estados Unidos se pase al sistema métrico internacional» (D.V. De Simone, A Metric America: A Decision Whose Time Has Come). El Parlamento fue más allá, estableciendo un programa de cambio a largo plazo.