¿Y si te dijera que tu vida siempre ha estado destinada a la grandeza? Así es. No es la realidad de nuestra vida lo que nos limita, sino la creencia de que somos un producto de lo que la vida nos da. No somos seres pasivos que viven con los hilos de una marioneta a la espera de la siguiente escena. Somos mentes maestras activas que tienen bolígrafos en sus manos y libros de cuentos en sus nombres. Leyendas en ciernes, somos una naturaleza de muchos tipos, pero una cosa entre todos nosotros sigue siendo cierta: fuimos creados para ser audaces; fuimos creados para ser libres.

Los leones no son tímidos y los lobos no juegan con reglas. Porque están en sintonía con su grandeza y su poder. Sobreviven gracias a sus fortalezas, no a sus inseguridades y miedos.
Había una vez una niña de 10 años, cuyo padre la cogió de la mano y la hizo pasar por una línea que continuaba durante kilómetros. Caminaron y caminaron durante lo que pareció una eternidad. Finalmente, justo al principio de la cola, se detuvo, sonrió a las personas que estaban detrás de ellos y le dio una palmadita en el hombro al hombre de seguridad: «¡qué tal, amigo!» y le entregó sus entradas.

¿Su padre, un hombre que vestía de polo y medía 1,5 metros, conocía a este guardia de seguridad increíblemente alto, de rostro serio y perfectamente vestido? De ninguna manera, pero ahora era su compañero, y se estaban riendo. Antes de que la chica se diera cuenta, sus asientos, que se habían reservado para un sketch-ball, se convirtieron en asientos VIP. Estaba prácticamente sentada en el regazo de Kobe Bryant, y sí, era de la realeza. Su padre la miró en ese momento y le dijo algo que nunca olvidaría: «las colas están hechas para la gente que está dispuesta a esperar en ellas»

Los leones no esperan en las colas, y los lobos, están en primera fila. Si un león esperara detrás de los demás animales para conseguir su comida del día, se moriría de hambre. La naturaleza del león dice: «si no me despierto primero, no puedo comer. Si no aprovecho para alimentarme en este momento, puede que no haya otro». Los leones no son tímidos; los leones rugen. El león hace sus rondas en la noche. No le preocupa que la mayor parte de la selva esté dormida. No se mueve al ritmo de los demás, ni al compás de lo común: es una bestia de poder y su valor intrínseco es nada menos que lo que es: fuerza.

El lobo alfa no lidera a veces su tribu, lo hace siempre. El lobo tiene hambre, no de apetito, sino de deseo: es insaciable. Su dominio exigido por la postura y la vocalidad, los lobos desean ser alfas. Aunque el lobo sigue las reglas y los rituales cotidianos, lo hace con un espíritu libre. No está atado a sus reglas, pero se ve reforzado por ellas. Son fundamentales para su actividad. No juega con las reglas de las tierras en las que vive, sino con las suyas propias. Confiando en sus propias ideas y gobernando su propia vida, el lobo es disciplinado con las cosas que le hacen subir, y entonces hace precisamente eso: subir.

Hoy, te reto a esto: deja de esconder tu grandeza. Sé jodidamente grande. No fuiste creado para esconderte en un rincón o morderte la lengua. Aprovecha ese espíritu ardiente que late dentro de tu ser y que pide a gritos ser liberado. Espera más de ti mismo que de cualquier otra persona en la habitación, porque como el lobo alfa, fuiste diseñado para liderar- y las líneas, no fueron hechas para ti.

Escrito por la hermana de la tribu: Jenna Todey
Instagram: @Todeyjenna
Twitter: @JennaTodey

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