Estimado editor,
El síndrome del oído musical (MES) es una afección que hace que los pacientes con discapacidad auditiva tengan alucinaciones auditivas no psiquiátricas. En edades avanzadas, podría confundirse con la demencia. Además, algunos autores sugieren que el MES es una variante del síndrome de Charles Bonnet (alucinaciones visuales en pacientes con discapacidad visual) (1). Aunque se desconoce su mecanismo, secundario a la pérdida de audición, se cree que los sonidos fantasmas son causados por la hipersensibilidad en la corteza auditiva asociada a la privación sensorial (2,3). Las alucinaciones suelen ser de naturaleza musical y pueden abarcar desde la música popular, las sinfonías orquestales o las melodías de la radio.
Una mujer de 87 años ha ingresado en nuestra consulta externa de neurología, quejándose de haber oído durante un mes una obra de concierto que nadie más oía. Ella solía pensar que estos sonidos venían de la puerta de al lado. Cuando la música se hizo persistente, se dio cuenta de que sus familiares no oían esos sonidos, y se quedó muy confundida. Su historial médico incluía hipertensión y pérdida de audición neurosensorial bilateral causada por presbiacusia. El audiograma mostraba una pérdida de audición del 75% en el oído derecho y del 95% en el izquierdo. Sus signos vitales eran normales. La paciente estaba alerta, totalmente orientada y tenía un perfil cognitivo normal. Sus exámenes físicos y neurológicos eran normales. La resonancia magnética cerebral (1,5 T) y la electroencefalografía no mostraron ninguna patología relevante. Aunque se había iniciado el tratamiento con quetiapina para las alucinaciones (a una dosis de 50 mg/día), la paciente no mostró ningún cambio en sus síntomas. Se informó a la paciente y a su familia sobre la naturaleza de las alucinaciones y se suspendió la quetiapina. Sugerimos a la paciente que maximizara la audición con un audífono y que enriqueciera el entorno con sonido, lo que daría al cerebro la información tan necesaria para reducir su propio sonido generado. El paciente sigue en seguimiento y no tiene quejas.
Aunque el EME no es una enfermedad «temible», las alucinaciones persistentes pueden perturbar a los pacientes y afectar a su calidad de vida. Se debe educar a los pacientes sobre el síndrome y asegurarles firmemente que no son enfermos mentales. No existe un consenso estándar para el tratamiento. El tratamiento de las alucinaciones no resulta eficaz para todos los pacientes (3). El haloperidol, los neurolépticos atípicos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina, y los agentes colinérgicos y GABAérgicos se utilizan con cierto éxito, junto con la terapia cognitiva conductual. Creemos que deben preferirse las opciones de tratamiento no farmacológico a los fármacos para evitar los efectos adversos en la población de edad avanzada.
En conclusión, las alucinaciones auditivas complejas formadas sin deterioro cognitivo y psiquiátrico deben ser fuertemente indicativas de EME para los clínicos.