Objetivo: Aumentar la conciencia de la amplia prevalencia ambiental del agente de guerra química gas mostaza, examinar los efectos tóxicos agudos y crónicos para los seres humanos expuestos, y discutir las directrices de tratamiento médico para las exposiciones al gas mostaza.

Fuentes de datos: La recuperación de la literatura de informes de casos médicos y estudios clínicos se realizó mediante PubMed y la base de datos Cochrane (1919-marzo de 2007). Los términos de búsqueda incluyeron mostaza, gas mostaza, mostaza de azufre, guerra química, agentes vesicantes y gas de guerra. Se accedió a la información histórica y a los acontecimientos actuales a través de manuales de campo militares y búsquedas en Internet.

Selección de estudios y extracción de datos: Se evaluaron todos los artículos en inglés identificados a partir de las fuentes de datos. Se incluyeron en la revisión poblaciones adultas y pediátricas.

Síntesis de datos: El gas mostaza y otras armas químicas son temidas por su uso como armas de terror; sin embargo, la mayor amenaza del gas mostaza se encuentra en otra parte. Se produjeron toneladas de este agente químico para la guerra, y posteriormente se enterraron en vertederos, se eliminaron en el mar o se dejaron descomponer en instalaciones de almacenamiento. Existen informes documentados y anecdóticos sobre lugares de enterramiento de armas químicas y vertederos en el mar en todo el mundo, desde el Círculo Polar Ártico hasta Australia. En la última década se han producido numerosas exposiciones accidentales. El gas mostaza es corrosivo para la piel, los ojos y las vías respiratorias. Las exposiciones prolongadas también pueden afectar a otros sistemas orgánicos. Su capacidad para causar daños en múltiples sistemas orgánicos a dosis extremadamente bajas en prácticamente cualquier condición ambiental lo convierte en un agente extremadamente peligroso. La descontaminación inmediata de las personas expuestas a los líquidos y vapores del gas mostaza es primordial. Las personas expuestas necesitan cuidados de apoyo y seguimiento a largo plazo. Se está investigando para encontrar antídotos o métodos de tratamiento para la exposición al gas mostaza, pero en la actualidad no existen directrices de tratamiento definitivas.

Conclusiones: El gas mostaza es un arma, pero también una amenaza ambiental prevalente. Reconocer la inmensa presencia ambiental de los vertederos de gas mostaza y los signos y síntomas de la exposición ayudará a acelerar el tratamiento de las personas expuestas accidental o intencionadamente.

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