Si experimenta habitualmente una sensación de entumecimiento, hormigueo o debilidad en los brazos o las piernas, existe la posibilidad de que el problema se remonte al cuello.

La compresión de la médula espinal es más común a medida que envejecemos. La debilidad y los cambios sensoriales en las extremidades indican que la compresión de la médula espinal puede producirse en el cuello (columna cervical).

Los síntomas de la compresión de la médula espinal cervical, también conocida como mielopatía espondilítica cervical, pueden incluir debilidad, deterioro de las habilidades motoras finas y problemas de coordinación o equilibrio, lo que puede dificultar la marcha. Estos síntomas pueden ir acompañados o no de dolor y entumecimiento.

El desgaste y la edad son las razones más comunes para la compresión de la médula espinal, sin embargo puede desarrollarse más rápidamente por otros problemas como un traumatismo o la artritis reumatoide.

Instituto de Neurociencia Norton

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Un disco cervical es el tejido blando que se encuentra entre las vértebras y suele degenerarse con el tiempo. Como resultado, las vértebras comienzan a formar espolones óseos, lo que posiblemente ejerce más presión sobre la médula espinal y los nervios que se ramifican hacia las extremidades. La presión sobre la médula espinal puede provocar síntomas lejos del lugar de la lesión. Esto puede explicar el entumecimiento, el hormigueo y la debilidad en los brazos y las piernas.

«Ciertas zonas de la médula espinal y las raíces nerviosas que salen de ella pueden ser rastreadas hasta una función específica de una parte concreta del cuerpo. Proporcionar información clara sobre el lugar en el que el paciente experimenta los síntomas puede ayudar a los proveedores a determinar con precisión dónde se ha producido el daño», dijo Kimathi W. Doss, M.D., neurocirujano del Norton Neuroscience Institute.

Las pruebas de diagnóstico para identificar la mielopatía cervical espondilítica pueden incluir radiografías, tomografías computarizadas (TC), mielografías (TC) y resonancias magnéticas (RM).

Pueden aplicarse enfoques no quirúrgicos para los casos leves de estrechamiento espinal. Un collarín cervical blando, por ejemplo, limita el movimiento del cuello y permite la recuperación. La fisioterapia es otra opción que puede ayudar a aliviar el dolor, reconstruir la fuerza y aumentar el rango de movimiento a través de múltiples modalidades. Los medicamentos pueden incluir antiinflamatorios, relajantes musculares y esteroides orales. Las inyecciones, como las epidurales, las facetarias o las de puntos gatillo, así como las ablaciones por radiofrecuencia, también pueden ayudar a aliviar algunos de los síntomas.

Los tratamientos no quirúrgicos pueden ayudar a los síntomas, pero pueden no suponer un alivio a largo plazo.

Los procedimientos quirúrgicos se consideran el método más eficaz para aliviar la presión directa sobre la médula espinal.

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