Este logro especial está relacionado con otro más básico. La mayoría de los «Cascanueces» en vivo de la zona, si no todos, han sido cancelados, incluido el que más importa al reparto de esta producción. Su director artístico y coreógrafo, Troy Schumacher, y casi todos sus 23 bailarines son miembros del New York City Ballet, cuya producción de referencia de Balanchine no representarán este año. (Una grabación de 2019 se transmite hasta el 3 de enero en Marquee TV.)
Pero un «Cascanueces» inmersivo en una finca aislada es posible durante la pandemia. En esta operación cuidadosamente diseñada, los invitados enmascarados se agrupan en siete u ocho vainas socialmente distanciadas, grupos autoseleccionados de dos a seis personas. Digo «invitados» porque no se pueden comprar entradas, exactamente. Las restricciones de la pandemia no lo permiten. En su lugar, se invita a los suscriptores que aportan un mínimo de 5.000 dólares a traer un grupo. El cuarenta por ciento de las plazas se ofrece gratuitamente a organizaciones locales sin ánimo de lucro y a trabajadores esenciales – y a unos cuantos críticos como yo para que podamos contarlo.
Un «Cascanueces» más íntimo, éste es en algunos sentidos reducido. Para la escena inicial de la fiesta, sólo está el núcleo familiar -mamá y papá, Fritz y Marie (interpretados por adultos)- más un avuncular Drosselmeyer con un don para la magia y tres grupos de invitados del público acurrucados en las esquinas. Sin embargo, es notable lo mucho que se conserva: el ambiente acogedor, los dos juguetes bailarines, los cuatro ratones gigantes.
La música de Tchaikovsky se reproduce, pero algunos invitados experimentan un interludio en una sala ornamentada durante el cual la violinista Lauren Cauley toca un poco de la «Bella Durmiente» del compositor (en un nuevo arreglo electroacústico de Darian Donovan Thomas). Es un buen añadido a la fiesta, y también forma parte de un ritmo y un espaciado no del todo impecables, que ocupa a los primeros invitados mientras los que llegan más tarde ven una repetición de la sección inicial. En los momentos en los que el proceso se detiene, se puede observar y admirar el impresionante mecanismo.