La detección prenatal de anomalías cromosómicas se ha ofrecido durante más de 40 años, primero mediante la amniocentesis a principios de la década de 1970 y, además, mediante el muestreo de vellosidades coriónicas (CVS) a principios de la década de 1980. Dada la asociación bien conocida entre el aumento de la edad materna y la trisomía,1-3 la utilización principal de las pruebas prenatales ha sido por parte de las madres mayores. Esto ha reducido drásticamente la incidencia de niños aneuploides nacidos de madres de edad avanzada.4 Aunque las mujeres más jóvenes tienen un riesgo relativamente bajo de concebir un niño con aneuploidía, la mayoría de las mujeres embarazadas se encuentran al final de la adolescencia, entre los 20 y los 30 años. Por ello, la mayoría de los bebés aneuploides viables nacen de estas madres más jóvenes.5 El diagnóstico prenatal invasivo (CVS y amniocentesis) no es una opción factible para todas las madres de bajo riesgo, ya que estos procedimientos conllevan un riesgo pequeño pero finito y, en última instancia, causarían más abortos espontáneos de los que detectarían la aneuploidía. Por este motivo, se han desarrollado una serie de pruebas no invasivas -como la evaluación del riesgo en el primer trimestre, entre las 11 y las 14 semanas, el cribado de analitos en el suero materno (quad), entre las 15 y las 20 semanas, y el estudio estructural fetal por ecografía, entre las 18 y las 22 semanas- diseñadas para ofrecer a la mujer una estimación ajustada (más precisa) de la posibilidad de tener un feto aneuploide utilizando como referencia su riesgo a priori relacionado con la edad. La ecografía y el análisis del suero materno se consideran procedimientos de cribado y ambos requieren un seguimiento mediante CVS o amniocentesis en los casos de cribado positivo para el diagnóstico definitivo de una anomalía cromosómica en el feto. La capacidad de aislar las células fetales y el ADN fetal de la sangre materna durante el embarazo ha abierto interesantes oportunidades para mejorar las pruebas prenatales no invasivas (NIPT). El análisis directo de las células fetales de la circulación materna ha supuesto un reto dada la escasez de células fetales en la sangre materna (1:10.000-1:1.000.000) y el enfoque se ha desplazado al análisis del ADN fetal libre de células, que se encuentra en una concentración casi 25 veces mayor que la disponible en las células sanguíneas nucleadas extraídas de un volumen similar de sangre materna completa. Ya se han publicado numerosos informes sobre el uso del ADN libre de células (cfDNA) para la NIPT de aneuploidías cromosómicas -especialmente la trisomía (una copia extra de un cromosoma) o la monosomía (un cromosoma ausente)- y ya se están comercializando varios productos para esta indicación. En este artículo se revisan las distintas técnicas que se utilizan para analizar el ADN libre de células en la circulación materna para la detección prenatal de anomalías cromosómicas y las pruebas que apoyan cada una de ellas. Se abordan varias áreas de controversia actual, como el momento de la toma de muestras de sangre materna, la necesidad de asesoramiento genético y el uso de pruebas invasivas de confirmación. También se revisan las futuras aplicaciones de esta tecnología.