Identificar las fuentes de la culpa
Investiga las verdaderas razones por las que te sientes culpable, y puede que se remonten a tu propia infancia. La gravedad de la culpa de tu madre puede depender de cualquiera de los siguientes aspectos:
- si estás tratando de mejorar una estrategia de crianza que crees que tus padres no hicieron muy bien
- si estás criando con un trastorno obsesivo-compulsivo u otras condiciones de salud mental
- si has tenido un trauma en el pasado
Trata de escribir un diario o hacer una nota rápida en tu teléfono cuando sientas punzadas de culpa de mamá, y con el tiempo pueden surgir temas.
Tal vez, por ejemplo, te des cuenta de que la mayor parte de la culpa proviene de la participación en actividades: Lo sientes más cuando otros padres hablan de las aventuras de sus hijos. O tal vez la mayor parte se derive de las opciones de alimentación, o de la relación de su hijo con la escuela y el aprendizaje.
Una vez que pueda identificar las áreas que causan el sentimiento, es más fácil estar atento a estos desencadenantes. También es un gran primer paso para hacer un simple cambio en la dirección correcta en lugar de una revisión completa del estilo de vida.
Conoce tu verdad
Habiendo identificado tus desencadenantes del pasado y tu crianza, puedes pasar a encontrar tu verdad personal como madre o padre.
Algunas familias hacen una declaración de misión. Otras simplemente conocen sus valores fundamentales de forma inherente. En cualquier caso, es esencial utilizar esta declaración como una vara de medir para tomar decisiones.
Si lo más importante es que tus hijos se diviertan en determinados momentos, puede que no sea tan importante el tiempo que pasen viendo una buena película o jugando libremente. Si lo que más valoras es el sueño y el bienestar, quizá limites ese tiempo de televisión para asegurarte de que la hora de acostarse sea a las 8 de la tarde.
Limpia tu círculo de confianza
¿Estás rodeada de personas afines que aprecian tus valores? Si no es así, reevalúe su proceso de toma de decisiones para asegurarse de que está escuchando a las fuentes de información más valiosas.
Si su vecina sabelotodo le aconseja sobre todo y le hace sentir inseguro sobre sus propias decisiones, puede que no sea la mejor fuente en la que confiar.
Reducir el grupo de personas con las que discute las decisiones importantes puede ayudar a reducir las aportaciones no solicitadas: Mantenga este grupo con su pareja, un miembro de la familia de confianza, su pediatra y un amigo o pequeño grupo de amigos de confianza y libre de juicios. Si ninguna de estas personas cumple con esta descripción, es hora de encontrar un terapeuta increíble.
Escucha a tus hijos y a tu intuición
La intuición materna no es un mito, sino una fuerte fuente de sabiduría y poder de decisión que nosotras, y las mujeres a través de los tiempos, hemos utilizado para mantener a nuestros bebés seguros y sanos.
Me doy cuenta cuando puedo saber si mi hijo de 1 año llora porque está inquieto o porque su pierna se ha vuelto a clavar (intencionadamente) en los listones de la cuna. Esa voz que discierne en mi cabeza es una de las que he estado trabajando para oír, escuchar y confiar para convertirme en un mejor padre.
Los niños son excelentes fuentes de información sobre si tus decisiones están funcionando, y sobre qué áreas debes y no debes sentirte culpable. Si tienes un hijo que te ruega constantemente que hagas un puzzle con él mientras trabajas, no tienes que sentirte culpable por trabajar, pero puede que tengas que programar un rato de juego más tarde que tenga que ver con él.
Guarda tu verdad contra los invasores
Habrá invasores. Suena dramático, pero es realista esperar que los demás presionen contra tus creencias y decisiones.
No te sorprendas cuando alguien desafíe tu elección. En lugar de cuestionarla, aléjate de la defensa y piensa que es saludable y está bien no estar de acuerdo.
Incluso como madre que ha amamantado a su hijo, recibí críticas sobre por qué seguía intentando hacerlo cuando mi bebé tenía más de un año. Los comentarios llegaron, como sabía que lo harían, pero para el tercer hijo, no influyeron en mis decisiones, ni en mis emociones.
También puedes proteger tus decisiones evitando situaciones en las que se las critique constantemente. Si tu querida tía Sally no deja de comentar por qué tu hijo de 4 años está en clase de baile (o de pull ups) puede ser el momento de decirle con brío, pero con dulzura, que en realidad no depende de ella, y que está disfrutando.
Anima a tu tribu
¿De dónde viene la culpa de las madres? De otras madres. No seas esa madre en el parque que necesita convencer a alguien de que los chupetes son el demonio si estás amamantando (pssst… no lo son), o que un niño criado con una dieta diaria de ensaladas de col sin gluten y sin productos lácteos está más centrado que uno que de vez en cuando toma helado y Doritos.
Ten cuidado cuando tú misma hagas publicaciones en las redes sociales que puedan parecer una fanfarronada o que empujen una agenda a otras madres. Podemos disolver el sentimiento de culpa de las madres si no lo difundimos y, en su lugar, nos animamos a seguir nuestros propios corazones de madres. (Al mismo tiempo, si tienes un momento de orgullo materno que compartir, compártelo).