Después del inicio de la pandemia de coronavirus, algunos medios de comunicación y entidades gubernamentales han incluido las polainas para el cuello entre los artículos de vestuario que el personal no médico puede utilizar para protegerse de los virus, cuando no se dispone de equipos de protección personal convencionales. Algunos ejemplos han sido WebMD y los funcionarios de salud del condado de Riverside, California.

En 2020, se desarrolló un método que permitió a los investigadores visualizar el efecto de las máscaras que bloquean la emisión de gotas al hablar. Sin embargo, algunos medios de comunicación afirmaron que las polainas para el cuello eran peores que no llevar mascarillas en absoluto en la pandemia de COVID-19, malinterpretando el estudio que pretendía demostrar un método para evaluar las mascarillas (y no realmente determinar la eficacia de los diferentes tipos de mascarillas). Además, el estudio sólo analizó a un usuario que llevaba la única polaina para el cuello fabricada con una mezcla de poliéster y spandex, lo que no es prueba suficiente para respaldar la afirmación sobre las polainas que se hace en los medios de comunicación. El estudio descubrió que la polaina para el cuello, fabricada con un material fino y elástico, parecía ser ineficaz a la hora de limitar las gotas de aire expulsadas por el usuario; Isaac Henrion, uno de los coautores, sugiere que el resultado se debió probablemente al material y no al estilo, afirmando que «cualquier máscara fabricada con ese tejido tendría probablemente el mismo resultado, independientemente del diseño.» Warren S. Warren, uno de los coautores, dijo que intentaron ser cuidadosos con su lenguaje en las entrevistas, pero añadió que la cobertura de la prensa se ha «descontrolado» para un estudio que prueba una técnica de medición.

En un estudio posterior (2021) financiado por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional, que forma parte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU., los investigadores descubrieron que las polainas para el cuello y otras máscaras faciales pueden reducir significativamente la expulsión de pequeñas partículas de aerosol respiratorio durante la tos, lo que sugiere que varios tipos de coberturas faciales pueden contribuir de forma importante a reducir la cantidad de partículas de aerosol que contienen virus -como el SARS-CoV-2 durante la pandemia de COVID-19- liberadas al ambiente por las personas infectadas. Los resultados mostraron que una polaina de una sola capa bloqueaba el 47% y una polaina de doble capa bloqueaba el 60% de los aerosoles de prueba que se liberaban al medio ambiente, con una eficacia cada vez mayor con tamaños de aerosol mayores y viceversa.

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