Mientras el resto del mundo trabaja en un coche volador, el diseñador de motos más loco de todos, el francés Ludovic Lazereth, está trabajando en una moto que se cree un helicóptero.

Tal vez recuerdes a Lazareth, el del triciclo con motor Maserati-V8 (el Wazuma V8M) y la moto de cuatro ruedas (LM 847). Increíble, exagerado y un poco tonto a la vez, ambos parecen positivamente prácticos en comparación con su última creación, la LMV 496, una especie de moto voladora.

Digo «más o menos» porque, a partir de la última iteración, hasta ahora ha volado a un metro del suelo, e incluso entonces tuvo que estar atada porque Lazareth y su banco de ingenieros chiflados no han descubierto cómo equilibrar todo el empuje del chorro.

Sí, empuje del chorro. Verás, cada rueda tiene una turbina JetCat de 96.000 rpm integrada en su cubo y, juntas, las cuatro producen 330 kilogramos de empuje. Lazareth afirma que todo el conjunto pesa sólo 150 kilos, por lo que debería haber suficiente potencia para que la 496 se eleve más de unos pocos metros del suelo.

Sin embargo, lo que hace que la creación de Lazareth sea única -si es que llega a fabricarse- es que, a diferencia de otras motos suspendidas, la LMV 496 puede circular por la carretera. Esas mismas cuatro ruedas también son eléctricas, y la empresa afirma que esta bestia poco manejable es capaz de recorrer 100 kilómetros sólo con electricidad. Ah, y sí, ya sé que parece que hay otro motor de gasolina de Maserati ahí dentro, pero es falso, sólo por continuidad de estilo.

El truco para pasar del transporte terrestre al aéreo es un novedoso sistema hidráulico que, cuando se solicita el modo de vuelo, hace girar las cuatro ruedas desde la orientación vertical de una motocicleta a una posición horizontal similar a la de un helicóptero, con el empuje de esos JetCats apuntando directamente hacia abajo.

Y para que los moteros locos podáis empezar a ahorrar vuestras monedas, una vez que hayan conseguido perfeccionar esta moto a reacción, Lazareth sólo planea vender cinco de ellas, cada una de las cuales costará medio millón. Eso son dólares americanos reales, por cierto, no nuestro desinflado loonie.