«Rogad a la buena gente que sea civilizada, soy la puta protestante» fue la descarada réplica de Nell Gwyn a las masas que empujaban su carruaje creyendo erróneamente que era el de la duquesa de Portsmouth, la católica Luisa de Keroualle.
La «bonita e ingeniosa Nell» fue quizás la amante más conocida y recordada del rey Carlos II.
Fue una de muchas (hubo 13 en total durante su vida), pero fue la menos «codiciosa» de todas. Cuando agonizaba le rogó a su heredero, el duque de York, «que no dejara morir de hambre a la pobre Nellie».
En su temprana adolescencia, Nell Gwyn fue contratada para vender naranjas en el Teatro del Rey. Su ingenio natural y su total falta de autoconciencia llamaron la atención del actor Charles Hart y de otros, y Dryden escribió obras para explotar sus talentos como actriz cómica.
Se convirtió en la amante de Charles Hart, al que llamaba Carlos el Primero, y luego pasó a Charles Sackville, Lord Buckhurst, al que apodó Carlos el Segundo, y más tarde al Rey, llamándole Carlos el Tercero.
Lady Castlemaine (Barbara Palmer) había sido la amante del rey Carlos durante muchos años cuando se enamoró de Nell.
La rivalidad entre Nell, Lady Castlemaine, Frances Stuart, Louise de Keroualle, Lucy Walters, Moll Davis y otras más, hizo que la vida del rey fuera difícil en ocasiones
Carlos tuvo 13 hijos de estas «damas» y aceptó mantener a los niños que creía que eran suyos. Tenía dudas sobre algunos de los hijos de Lady Castlemaine, ya que la había sorprendido en una posición comprometida con John Churchill, más tarde duque de Marlborough. El último hijo de Lady Castlemaine, nacido en 1672, fue reconocido como de Churchill.
Otras damas fueron y vinieron – una tal Winifred Wells fue dama de honor. Se la describió como «con el porte de una diosa pero con la fisonomía de una oveja soñadora». La niña fue conocida como Lady Mary Tudor. Moll recibió una casa en Suffolk Street y un anillo valorado en 600 libras por el Rey antes de caer en desgracia.
Nell no era codiciosa y avariciosa como sus rivales, pero sí recibió una casa cerca de Pall Mall y cuando conoció al Rey, ¡sólo pidió 500 libras al año!
El rey Carlos le dio una pensión de 4.000 libras al año procedentes de las rentas en Irlanda y más tarde otras 5.000 libras al año con cargo al Fondo del Servicio Secreto.
Hacia finales de 1669 Nell se retiró de la escena porque estaba embarazada. Sin embargo, su otro hijo, nacido dos años más tarde, murió.
A diferencia de otras amantes de Carlos, Nell nunca recibió un título para sí misma, pero utilizando tácticas inteligentes obtuvo un título para su hijo.
«Ven aquí, pequeño bastardo», se dice que le dijo a su pequeño hijo en presencia del Rey. El Rey se horrorizó, pero como preguntó Nell, «¿cómo debía llamarlo, no era bastardo de verdad?». El Rey inmediatamente lo hizo Duque de St. Albans!
Cuando el Rey murió en 1685 los acreedores de Nell descendieron sobre ella – ella nunca murió de hambre, pero estaba en grave peligro de ser enviada a una prisión de deudores. Apeló al rey Jacobo y, para su fortuna, éste saldó sus deudas inmediatas y le concedió una pensión de 1.500 libras al año.
James pidió a cambio que su hijo se hiciera católico, pero Jacobo quedó decepcionado.
Nell sobrevivió a Carlos sólo dos años y sólo tenía treinta años cuando murió. Se convirtió en una leyenda, la única amante real en la historia de Inglaterra que provocó el afecto popular.
«Ella no», le dijo a un esperanzado pretendiente en su colorido lenguaje que formaba parte de su encanto, «¡ponga un perro donde un ciervo se acueste»!