Nunca olvides de dónde vienes. Nunca olvides a dónde quieres ir. Estas son palabras que aprendí de mi padre a una edad muy temprana. Resume para mí lo que es la vida. Nos dice que, aunque siempre tenemos que tener la vista puesta en nuestro objetivo final, nunca debemos perder de vista nuestra herencia y lo que nos hizo empezar en la vida.

Siempre debemos apuntar alto y luego apuntar aún más alto. Deberíamos tener grandes sueños y luego establecer sueños más grandes. No deberíamos poner límites a lo que podemos atrevernos a conseguir en nuestro tiempo en esta Tierra.

Nunca deberíamos olvidar a dónde queremos ir.

Al mismo tiempo, nunca deberíamos olvidar de dónde venimos.

Tuve un comienzo humilde en la vida. Nací en la región del Punjab de la India. No nací en una familia con riqueza económica. Pero nací en una familia que era rica en muchos otros aspectos.

No estaría aquí si mis padres y mi abuela no se hubieran desarraigado y viajado a América, la tierra de las oportunidades. No estaría aquí si no hubiera sido por su inspiración, su trabajo duro, sus agallas y su determinación para conseguir una vida mejor para mí y mis tres hermanos mayores.

No habría sido bendecido con el inmenso éxito que he disfrutado si no hubiera tenido su ejemplo a seguir. Casi no pasa un día sin que rece una oración de gratitud por la educación honesta, trabajadora y moral que tuve la suerte de recibir.

De alguna manera sabía que estaba destinado a tener éxito. Sabía que con suficiente sudor, trabajo y sacrificios podría llegar a la cima. Mi núcleo interno sabía que había una energía cósmica en funcionamiento que me impulsaba a seguir mi viaje. Pero todo viaje necesita un destino. Necesitas saber a dónde vas.

Para llegar allí necesitas un mapa de carreteras. Necesitas trazar la ruta más corta y rápida sabiendo que puede haber alguna obra en el camino y desvíos que pueden ser necesarios. Pero cuando éstos ocurren, hay que sortearlos, volver a la ruta y pisar el pedal.

Con mi cuarta gran empresa de Internet -RedLotus- puedo mirar atrás a mis humildes comienzos y reconocer los acontecimientos de mi vida y las enseñanzas de mi padre, mi madre y mi abuela, que me dieron el carácter y la confianza para ser la persona en la que me he convertido.

Puedo ver y evaluar los retos a los que me he enfrentado y los obstáculos que he superado. Puedo apreciar las lecciones que he aprendido y comprender el valor de hacer cambios en la forma en que me conduzco y en las decisiones empresariales que tomo.

He aprendido de los errores. Ese es el sello de un verdadero empresario. También he aprendido que no siempre se puede depositar la confianza y la fe en las personas adecuadas. Pero el karma tiene una forma de arreglar las cosas. Y entonces las personas adecuadas entran en tu vida para ayudarte a elevarte a mayores alturas de realización personal y logros.

No importa lo alto que subas, nunca olvides de dónde vienes. Es lo que te ha ayudado a ser quien eres hoy. Mantén siempre la humildad y el agradecimiento a los que eligieron hacer el viaje contigo. Mantén tu enfoque en donde quieres ir y nunca dejes que el miedo se interponga en el camino.

Como dijo un gran escritor, «La vida se encoge o se expande en proporción a la valentía de uno».

Haz que la tuya se expanda tanto como sea posible.

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