El moco es una sustancia que ayuda a que las heces se muevan por el intestino, pero normalmente se produce en cantidades bajas que son las justas para lubricar el intestino y mezclarse en las heces, y no se ve fácilmente a simple vista.
Por lo tanto, cuando se observa un exceso de moco en las heces, suele indicar la presencia de una infección u otro cambio en los intestinos, como una úlcera intestinal o el síndrome del intestino irritable, y es importante acudir a un gastroenterólogo para que realice una evaluación completa e identifique si existe un problema más grave que deba ser tratado.
Intolerancia alimentaria
Las intolerancias y alergias alimentarias, como a la lactosa, la fructosa, la sacarosa o el gluten, provocan una inflamación de las paredes intestinales cuando los alimentos entran en contacto con la mucosa, aumentando la producción de moco, que puede observarse en las heces.
En estos casos, puede haber también otros síntomas, como hinchazón del vientre, diarrea, manchas rojas en la piel, exceso de gases o estreñimiento.
Qué hacer: ante la sospecha de una intolerancia a cualquier tipo de alimento, es importante acudir a un gastroenterólogo para que le realice un test de intolerancia que pueda confirmar el diagnóstico.
2. Gastroenteritis
La gastroenteritis se produce cuando un tipo de microorganismo, como una bacteria o un virus, infecta el estómago y el intestino, provocando náuseas intensas, diarrea, vómitos, pérdida de apetito y dolor en el vientre, además de un exceso de mucosidad en las heces.
Este tipo de problema suele ocurrir cuando se ingieren alimentos o agua contaminados, pero también puede ocurrir tras el uso prolongado de antibióticos.
Qué hacer: si se sospecha de una gastroenteritis, es importante acudir a un gastroenterólogo o a un médico de cabecera para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado, que puede consistir únicamente en la reposición de líquidos, pero también puede incluir antibióticos, si la infección está siendo causada por una bacteria.
Síndrome del intestino irritable (SII)
El intestino irritable provoca una inflamación de la mucosa intestinal que aumenta la cantidad de moco en las heces. Aunque esto puede ocurrir en todos los casos de síndrome del intestino irritable, la mucosidad es más común en las personas que tienen episodios prolongados de diarrea.
Otros síntomas comunes de quienes sufren de intestino irritable son el exceso de gases, el vientre hinchado y los episodios de diarrea que se alternan con el estreñimiento, especialmente durante los períodos de mucho estrés o ansiedad.
Qué hacer: si ya hay un diagnóstico de intestino irritable, hay que intentar evitar el exceso de estrés participando en actividades de ocio, pero también es importante evitar el café y los alimentos con mucha grasa o especias. Si sólo hay sospecha de intestino irritable, acudir al gastroenterólogo para valorar si realmente es el problema e iniciar el tratamiento recomendado por el médico.
Enfermedad de Crohn
La enfermedad de Crohn es una enfermedad intestinal crónica que provoca una inflamación constante de las paredes intestinales, dando lugar a signos como mucosidad en las heces, pero también a fuertes dolores abdominales, fiebre, diarrea con sangre y debilidad.
Qué hacer: el tratamiento de la enfermedad de Crohn suele incluir cambios en los hábitos alimentarios, como controlar la cantidad de fibra ingerida y reducir la cantidad de grasas y productos lácteos.
Obstrucción intestinal
La obstrucción intestinal se produce cuando algo impide el paso de las heces por el intestino. Entre las causas más comunes se encuentran las hernias, la torsión del intestino, la ingestión de algún tipo de objeto o incluso un tumor intestinal.
En estos casos, se produce una excesiva producción de mucosidad para intentar empujar las heces, que acaban por no pasar y provocando otros síntomas como hinchazón del vientre, dolor abdominal intenso, exceso de gases y disminución del número de deposiciones.
Qué hacer: la obstrucción intestinal es una situación de emergencia que debe ser tratada para evitar complicaciones graves como la dilatación o la rotura del intestino. Por eso, si sospechas de este problema, acude inmediatamente al hospital.
Fisura anal
La fisura anal es un problema relativamente común que consiste en una pequeña herida en la zona del recto, que suele producirse por un exceso de deposiciones, a causa de diarreas frecuentes, por ejemplo. Sin embargo, la fisura también puede ser causada por el estreñimiento, ya que el acto de defecar heces muy duras puede acabar dañando el esfínter.
Cuando esto ocurre, la fisura provoca síntomas como sangre roja brillante en las heces, dolor al defecar, mucosidad en las heces y picor en la zona.
Qué hacer: lo más importante en estos casos es una adecuada higiene íntima, pero también son beneficiosos los baños de asiento para aliviar el dolor y la aplicación de pomadas para curar la fisura más rápidamente. También se deben evitar las bebidas alcohólicas y las comidas picantes, dando preferencia a una dieta rica en frutas, verduras y cereales.
Colitis Ulcerosa
La colitis ulcerosa es una alteración intestinal que provoca úlceras en el intestino y una inflamación constante de la mucosa, por lo que las personas con colitis ulcerosa suelen tener heces con sangre, pus o moco.
Otros síntomas que ayudan a identificar un caso de colitis ulcerosa son la diarrea, el dolor abdominal muy intenso, las lesiones cutáneas y la pérdida de peso.
Qué hacer: la recomendación general es aumentar la ingesta de fibra, comiendo alimentos como la papaya, la lechuga o los garbanzos, para que las heces sean más voluminosas y blandas. Puede ser necesario tomar medicamentos para aliviar los calambres abdominales o incluso detener la diarrea.
Cuando la mucosidad en las heces puede ser grave
La mucosidad en las heces no es, en la mayoría de los casos, una situación peligrosa, y es, casi siempre, fácil de tratar. Sin embargo, si el exceso de moco aparece con otros síntomas como:
- Heces con sangre o pus;
- Dolor abdominal muy intenso;
- Distensión abdominal exagerada;
- Diarrea constante.
Debe acudir al hospital o pedir cita con el gastroenterólogo, ya que puede ser un signo de una situación más grave como colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn o incluso cáncer.