Las infecciones causadas por la bacteria MRSA (en la imagen) pueden provocar graves complicaciones de salud. Las lisinas matan al microbio destruyendo la pared celular de la bacteria (verde).

Las infecciones causadas por la bacteria MRSA (en la imagen) pueden provocar graves complicaciones de salud. Las lisinas matan a los microbios destruyendo la pared celular de la bacteria (verde).

Los humanos están en una constante carrera armamentística con las bacterias infecciosas. Para matar a estos microbios patógenos, desarrollamos potentes antibióticos; y a su vez, las bacterias desarrollan resistencia contra estos fármacos. Así que mejoramos nuestros antibióticos, y las bacterias se mejoran a sí mismas, dando lugar a las llamadas superbacterias. Cada vez más, los medicamentos no logran eliminar estas bacterias altamente adaptadas, dejando a nuestros cuerpos peligrosamente indefensos.

A la luz de esta crisis, durante casi 20 años Vincent A. Fischetti de Rockefeller ha estado desarrollando una nueva forma de munición antimicrobiana conocida como lisinas. Ahora, estas enzimas que matan bacterias se han estudiado en un ensayo clínico en humanos de fase II, convirtiéndose en las primeras alternativas a los antibióticos que logran resultados satisfactorios en esta fase de desarrollo clínico.

Asesino nato

Algunos virus son muy buenos para matar bacterias. Conocidos como bacteriófagos, o simplemente fagos, estos virus infectan a un microbio, se replican en su interior y luego producen enzimas de lisina, que escinden la pared celular de la bacteria. Como resultado, la progenie de fagos se libera del interior de la bacteria, y la propia bacteria perece.

En la naturaleza, este tipo de ataque es habitual: los bacteriófagos habitan en todo, desde los océanos y el suelo hasta los cuerpos humanos, y ayudan a regular las poblaciones de microbios allí donde van. De hecho, cada 48 horas la mitad de las bacterias de la Tierra son eliminadas por los fagos, lo que convierte a las lisinas en los agentes bactericidas más extendidos de la Tierra.

En el laboratorio, las lisinas pueden utilizarse como herramienta para romper y estudiar las paredes celulares de las bacterias, que es exactamente lo que Fischetti estaba haciendo en Rockefeller hace unas dos décadas. Al mismo tiempo, su laboratorio trabajaba en una vacuna contra las infecciones por estreptococos, y la comunidad investigadora en general estaba cada vez más preocupada por las infecciones resistentes a los antibióticos. Esta confluencia de acontecimientos llevó a Fischetti a un gran avance.

«Como estaba trabajando con lisinas, sabía que mataban las bacterias al instante. Resulta que mi laboratorio tenía animales colonizados por vía oral con estreptococos para mis estudios de vacunas», recuerda. «Así que pensé: voy a darles a estos ratones colonizados un poco de lisina y ver qué pasa con los estreptococos».

El efecto fue espectacular: una hora después de recibir el fármaco, los animales estaban descolonizados de sus estreptococos. La posterior publicación de este hallazgo fue la primera en informar del uso terapéutico de las lisinas fágicas.

Comprometidos por este resultado, Fischetti y posteriormente otros científicos comenzaron a desarrollar lisinas contra varios tipos de bacterias resistentes a los fármacos, muchas de las cuales curaron con éxito las infecciones en una amplia gama de modelos animales. Sin embargo, hasta hace poco nadie había comprobado si este tipo de terapia era segura y eficaz en humanos.

Un nuevo enfoque

Las bacterias resistentes a los fármacos son especialmente peligrosas -y especialmente comunes- en los hospitales, donde la infección puede complicar los resultados de los pacientes ya enfermos. La infección por Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (S. aureus), o SARM, es especialmente preocupante en este contexto. Aunque algunos casos de SARM son leves, la bacteria puede poner en peligro la vida del paciente si se propaga a la sangre, lo que se conoce como bacteriemia.

Como sugiere la parte «resistente a la meticilina» de su nombre, el SARM no responde a los antibióticos habituales, lo que lo convierte en un candidato ideal para el tratamiento con un nuevo tipo de bactericida. Con este fin, hace siete años y medio la empresa de biotecnología ContraFect obtuvo la licencia de Rockefeller de una lisina que se dirige a los estafilococos, así como a algunos estreptococos. La empresa desarrolló entonces la lisina, ahora llamada exebacase, para el tratamiento de las infecciones humanas por S. aureus, incluido el SARM.

Tras un ensayo clínico de fase I que demostró que la exebacase no provocaba ningún efecto secundario grave en los seres humanos, ContraFect hizo avanzar la investigación hasta un estudio de fase II aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en pacientes hospitalizados con bacteriemia por S. aureus, de los cuales aproximadamente un tercio tenía SARM. 116 de estos pacientes fueron asignados aleatoriamente a recibir exebacase o placebo, además de la terapia antibiótica, y fueron seguidos durante catorce días. Los investigadores descubrieron que la tasa de respuesta al tratamiento era más de un 40% superior en los pacientes con SARM que recibían exebacase que en los tratados únicamente con antibióticos, un resultado que Fischetti considera muy alentador no sólo para exebacase, sino para las lisinas en general.

«Es la primera vez que un fármaco basado en lisinas llega tan lejos en su desarrollo clínico. De hecho, no hay ninguna alternativa antibiótica que haya completado con éxito los ensayos de fase II», afirma. «Hay que seguir trabajando, pero este estudio es muy prometedor».

Para avanzar, ContraFect tiene la intención de realizar un ensayo de fase III más amplio, necesario para que la lisina sea aprobada como medicamento.

Fischetti espera que el desarrollo de exebacase forme parte de un cambio más amplio en la forma en que los investigadores y los médicos piensan en el tratamiento de las infecciones bacterianas. «Las bacterias son cada vez más resistentes a los antibióticos», afirma. «Y estamos demostrando que hay otras formas de combatirlas».

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