La leyenda de la Atlántida sirve de propósito vital a muchos buscadores de misterios y teóricos de la conspiración. La historia de que una civilización avanzada habitó una isla, que finalmente se hundió, es atractiva por razones obvias. Da a los individuos una esperanza muy seductora de que descubrirán una tecnología asombrosa y/o poseerán un conocimiento inmenso que los convertirá en seres más evolucionados. Para otros, satisface la creencia de que existen cosas más grandes que la vida.
Si bien la Atlántida es de origen griego y fue desarrollada en gran medida en las obras de ficción de Platón, el Timeo y el Critias, el misterio generalizado en torno a su existencia vive en primer lugar el hecho de que Platón centraba algunos de sus relatos en verdades antiguas y hechos reales, y en segundo lugar, el hecho de que las obras literarias de Platón son famosas y se han establecido como parte obligatoria del programa escolar y/o universitario de todo el mundo. Esto último, más aún, a causa de la guerra y la colonialización. Por lo tanto, no es extraño que las leyendas de otras islas sumergidas de este tipo sigan siendo desconocidas, sobre todo cuando su única prueba de existencia reside en las palabras que han quedado grabadas en las fuentes literarias de otra cultura.
Algunas de las otras islas sumergidas hipotéticas son Hyperborea, Terra Australis, Meropis, Mu y Lemuria. En la década de 1890, escritores y eruditos tamiles oyeron hablar de la posibilidad de la existencia del continente llamado Lemuria o Limuria (que se hundió debido a la subida del nivel del mar) en el océano Índico, conectando la India con Madagascar y Australia y explicando así la evidencia, hasta entonces inexplicable, de una flora y fauna comunes en las tres regiones. Estos eruditos tamiles lo relacionaron con las afirmaciones hechas en antiguas obras sánscritas y tamiles que registran el hundimiento de una enorme extensión de tierra pandiana.