Estimado señor:

En un número reciente del Journal, Nimptsch et al (1) informaron de que el aumento de la ingesta dietética de menaquinonas (vitamina K2), pero no de filoquinona (vitamina K1), se asocia con un menor riesgo de cáncer incidental y mortal. Los datos proceden de la cohorte de Heidelberg de la Investigación Prospectiva Europea sobre el Cáncer y la Nutrición, en la que se realizó un seguimiento de la incidencia de cáncer y la mortalidad de 24.340 participantes durante ≥10 años. El estudio prospectivo muestra que la ingesta de menaquinonas está especialmente asociada al riesgo de cáncer de próstata y pulmón incidental y mortal. Sobre la base de la información obtenida de un cuestionario semicuantitativo de frecuencia alimentaria autoadministrado, se atribuyó al consumo de queso ser el principal determinante de las menaquinonas en la dieta. Sin embargo, además del queso, varios alimentos contienen una cantidad significativa de menaquinonas. Además, los quesos contienen cantidades variadas de menaquinonas en función de las condiciones de elaboración, y la microflora intestinal puede aportar parte de las necesidades de menaquinonas. La ingesta de menaquinonas de los participantes también se correlacionó de forma significativa con otra serie de ingesta dietética e información sobre las características y factores del estilo de vida.

Los animales pueden sintetizar el subtipo de menaquinonas, MK-4, a partir de la filoquinona, que está ampliamente presente en los vegetales verdes. Las menaquinonas con unidades de isopreno más largas proceden principalmente de la fermentación bacteriana (2, 3). Entre las buenas fuentes de menaquinonas se encuentran los alimentos fermentados, como el queso, el chucrut, el miso y el natto, y los alimentos de origen animal, especialmente la carne de órganos y los productos lácteos de pastoreo (2, 4, 5). La fuente más rica en menaquinonas que se conoce es el natto, un popular alimento japonés para el desayuno elaborado a partir de semillas de soja cocidas al vapor y fermentadas. Una ración (3,5 oz) de natto contiene ≈1000 μg de MK-7 y 84 μg de MK-8. Los quesos duros contienen ≈5 μg de MK-4 y 70 μg de MK-8,9 por ración; los quesos blandos contienen ≈30% menos de menaquinonas. El contenido de menaquinonas de los quesos fermentados es mucho mayor que el de los quesos no fermentados. El estudio actual no indica si los quesos consumidos estaban fermentados o no. Entre los quesos fermentados más populares se encuentran el queso de cabra curado, el queso azul, el brie, el cheddar, el requesón seco cultivado y el parmesano; entre los quesos no fermentados se encuentran el queso de los agricultores, la mayoría de los requesones, la mozzarella, el queso de bote y el queso fundido.

Desde hace tiempo se reconoce que la microflora intestinal sintetiza varias formas de menaquinonas y que tanto la vitamina K dietética como la microbiana se absorben en la linfa intestinal junto con otros lípidos. El lugar de absorción más probable para las menaquinonas microbianas es el íleon terminal, donde están presentes algunas bacterias productoras de menaquinonas, así como las sales biliares. Las principales formas de menaquinonas microbianas producidas incluyen MK-10 y MK-11 por Bacteroides, MK-8 por Enterobacter, MK-7 por Veillonella, MK-6 por Eubacterium lentum, y MKs 10-13 por Bacteroide (3, 6). Sin embargo, es difícil cuantificar la contribución de la microflora intestinal a las necesidades globales de menaquinonas.

La deficiencia de vitamina K es común entre los neonatos, y probablemente se deba a una mala transferencia placentaria de vitamina K y a una producción inadecuada de menaquinonas por parte de la microflora intestinal. La deficiencia en adultos resultante de una ingesta dietética insuficiente de vitamina K es poco frecuente. Cuando se produce, suele darse en pacientes con síndromes de malabsorción como la fibrosis quística, la enfermedad celíaca y la colestasis (7). Asimismo, la deficiencia de vitamina K se produce en adultos con antecedentes de uso prolongado de fármacos, como el anticoagulante warfarina y los antibióticos que matan la microflora intestinal (8). Estos resultados apoyan la opinión de que las menaquinonas microbianas satisfacen parte de las necesidades vitamínicas.

Los resultados obtenidos en el presente estudio corroboran bien los informes sobre un posible papel de las menaquinonas en el control y la regresión de los eventos ateroscleróticos y osteoporóticos (5, 9). Sin embargo, además del riesgo de cáncer, la ingesta de menaquinonas también está significativamente correlacionada con otros factores de la dieta y del estilo de vida de los individuos. Por ejemplo, la ingesta de lácteos, verduras, frutas, carne procesada y energía total, así como la edad, la actividad física y el nivel educativo de los participantes, se asocian significativamente con la ingesta tanto de filoquinona como de menaquinona (Tabla 1 de la referencia 1]. Sería interesante que estas medidas se analizaran para su asociación con el riesgo de cáncer, osteoporosis, aterosclerosis y otros trastornos crónicos.

El autor no declaró ningún acuerdo financiero o de otro tipo que pudiera causar un conflicto de intereses.

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