El 30 de junio, el Gobierno chino promulgó la Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong. Ésta ha tipificado como delito cualquier acto de «secesión», «subversión», «terrorismo» y «connivencia con un país extranjero». También amplía en gran medida los poderes policiales para el escrutinio de los ciudadanos. La ley ha sido ampliamente criticada por ser una medida para una mayor «continentalización» de Hong Kong. Sin embargo, lo que muchos no han comprendido es que la reciente integración forzosa de Hong Kong por parte de China es sólo una pieza del gran rompecabezas chino.

La erosión de la independencia de Hong Kong proviene de un plan meticulosamente trabajado para socavar encubiertamente la autonomía de la región y asimilarla agresivamente a la China continental mediante una serie de maniobras.

Cortando la independencia judicial

El Colegio de Abogados de Hong Kong lleva mucho tiempo preocupado por la «continentalización» de su sistema judicial por parte de Pekín. China está intentando socavar el poder judicial de Hong Kong mediante interpretaciones de la Ley Básica de la región a través de su máximo órgano legislativo: el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (NPCSC). Estas interpretaciones han sido calificadas como «nada menos que enmiendas a la miniconstitución de Hong Kong» y se han llevado a cabo de la manera más «brutal y brusca».

Las intervenciones más severas de China en el sistema judicial de Hong Kong consistieron en la modificación del derecho de residencia de los ciudadanos chinos con padres en Hong Kong, del mandato del jefe del ejecutivo y de la concesión de inmunidad diplomática a los Estados que beneficiaban en gran medida a China.

Estos asaltos a la Ley Básica de Hong Kong han hecho que los jueces se sientan «atrapados»; un veterano juez de Hong Kong -tanto bajo dominio británico como chino- comentó que «si se interpreta con demasiada frecuencia, se corre el riesgo de que no nos dejen nada sobre lo que fallar.»

Subversión política:

Los funcionarios de Pekín también han tratado de erradicar cuidadosamente cualquier candidato político «antichino» que se presente a las elecciones de Hong Kong, organizando procesos de selección política. Después de conceder el sufragio universal a Hong Kong en 2017, el NPCSC incluyó hábilmente una advertencia que significaba que los candidatos políticos exitosos tendrían que ser aprobados por un comité de nominación antes de ser elegibles para presentarse a las elecciones públicas.

La decisión de la NPCSC desencadenó protestas masivas en las que muchos afirmaron que la isla era una «falsa democracia» y no poseía un auténtico sufragio universal. El efecto de esta maniobra de «continentalización» se ilustró mejor a través del bloqueo de la campaña de la candidatura de Agnes Chow en 2018 debido a la defensa de su partido de la autodeterminación de Hong Kong. La decisión se describió como una muestra de «que el gobierno tiene derecho a juzgar las creencias políticas de uno basándose en su propio juicio, y no en los hechos o las pruebas presentadas por el posible candidato.»

Políticas lingüísticas:

La «continentalización» china no es más pertinente que en la erosión institucional de la lengua local. Antes del traspaso de 1997, la mayoría de las escuelas locales enseñaban principalmente en inglés y cantonés; el mandarín, en cambio, no formó parte del plan de estudios básico hasta 1998. Desde entonces, las autoridades chinas han exigido un mayor uso del mandarín tanto en las instituciones administrativas como en las educativas. Este énfasis en el mandarín como lengua común se utiliza como estrategia para diluir la identidad cultural independiente de Hong Kong. Claudia Mo, miembro del Consejo Legislativo de Hong Kong, comentó que «si quieres matar una ciudad, matas su lengua».

Los funcionarios chinos están haciendo precisamente eso.

Mientras que, oficialmente, el Gobierno anima a los estudiantes a ser bialfabetizados en chino e inglés y trilingües en inglés, cantonés y mandarín, la historia entre bastidores es muy diferente. Los informes sobre funcionarios que «sobornan» a las escuelas para que hagan el cambio del cantonés al mandarín como medio de enseñanza se han hecho eco incluso en altos cargos de las universidades de Hong Kong. Para empeorar las cosas, en mayo de 2018, La Oficina de Educación de Hong Kong degradó la lengua local del cantonés a un dialecto, a pesar de que la mayoría de la población habla cantonés como su primera lengua.

La promoción del mandarín y de los ideales chinos por encima del modo de vida local ha suscitado algunas preocupaciones serias entre los residentes de Hong Kong por el futuro de la isla y su cultura independiente.

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