Cuando se habla de la civilización mesoamericana, surgen muchos temas ya que contiene una gran cantidad de conocimientos obtenidos de las culturas que habitaron esta mítica zona.
Se trata de un área cultural cuyo nombre significa «América Media o Central», que tuvo una superficie aproximada de 768.000 km2. El río Pánuco que nace entre los estados de San Luis Potosí, Hidalgo y Querétaro era el límite norte. Incluía algunos países centroamericanos como El Salvador, Belice, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Nicaragua, que a su vez representaban el límite sur.
Esta área tuvo un alto grado de interacción cultural entre todas las civilizaciones que la habitaron ya que Mesoamérica tenía una identidad propia. Dicha identidad estaba definida por una serie de características muy particulares que se describirán a continuación.
La escritura jeroglífica en la civilización mesoamericana
El sistema de escritura que utilizaban los mesoamericanos, era muy similar al que poseían otras culturas antiguas como los egipcios. Lo utilizaron para preservar el conocimiento, como la memoria de sus gobernantes y dioses, los ciclos del tiempo y los acontecimientos históricos destacados.
Estos jeroglíficos representaban una idea, un concepto o incluso un número, componiendo así un complejo sistema de escritura. El repertorio del que disponían incluía una amplia gama de ideogramas que expresaban lo que ocurría en sus vidas. Los jeroglíficos utilizados por estas culturas estaban escritos en materiales como piedra, tela, madera, hueso y cerámica.
Nadie sabe con certeza cuándo comenzó a desarrollarse el sistema de escritura de la civilización mesoamericana. Pero algunas evidencias descubiertas por los arqueólogos pueden tener algunas pistas para entender este misterio. «El bloque de Cascajal» tiene una de esas pistas, ya que fue descubierto en Cascajal, en el estado de Veracruz en México. Este bloque parece indicar que los olmecas fueron los primeros en utilizar un sistema de escritura alrededor del año 1200 a.C.
Ejemplos de esta escritura incluyen la «Franja de Peregrinación» de los mexicas, que relata su peregrinaje desde Aztlán hasta la creación de Tenochtitlán. La «Escalera Jeroglífica» en el sitio de Copán en Honduras sirve como otro ejemplo, la cultura en ese lugar registró a todos los gobernantes que estuvieron a cargo en esa escalera.
La religión politeísta en Mesoamérica
Las culturas que vivían en Mesoamérica tenían un complejo sistema de creencias que incorporaban elementos de la naturaleza, como la tierra, el aire y el fuego. Los aspectos astrales como el sol, las constelaciones y las estrellas, eran otro elemento común utilizado por ellos.
Las representaciones en esculturas con formas animales y antropomórficas, y con la forma de objetos habituales como braseros o molcajetes, también fueron utilizadas por la mayoría de las civilizaciones mesoamericanas.
El panteón mesoamericano incluía una serie de deidades que eran adoradas universalmente en toda Mesoamérica, a veces incluso a través del tiempo. Los textos registrados también muestran la existencia de una cosmovisión compartida por todas las culturas, que incluía la secuencia de edades y símbolos espaciales como árboles cósmicos, aves, colores y deidades.
Otro elemento que tenían en común casi todas las civilizaciones de Mesoamérica eran las pirámides. Estas estructuras megalíticas jugaron un papel fundamental en la religión mesoamericana, ya que representaban una forma simbólica de acercarse al cielo y a sus deidades.
Los estudios sobre las pirámides que se han excavado en Mesoamérica nos muestran que han sido frecuentemente reconstruidas, repintadas y ampliadas. Parecen seguir un patrón que se repite a través del tiempo en toda Mesoamérica, que consiste en ceremonias asociadas a la muerte de un líder local. La ascensión de un sucesor es el evento que desencadena una consecuente modificación arquitectónica de esos edificios ceremoniales.
Mesoamérica tenía mucha variedad agrícola
Antes de la llegada de los españoles, las civilizaciones mesoamericanas lograron dominar diferentes técnicas agrícolas, derivadas de un alto conocimiento de la tierra que trabajaban. Esto les generó un excedente de alimentos que muchas veces fue utilizado como moneda de cambio en sus mercados o comunidades comerciales.
Por otro lado, las herramientas agrarias eran algo compartido en toda Mesoamérica, ya que esas herramientas de oficio estaban hechas con materiales simples como el pedernal, la madera o la obsidiana.
Los hallazgos arqueológicos sugieren que iniciaron sus actividades agrícolas por el Pre-Formativo (7000 a.C.), utilizando herramientas simples. Entre las herramientas que utilizaban, podemos encontrar hachas de sílex utilizadas para liberar las tierras de cultivo, «Coas» (una especie de azada rudimentaria) utilizadas para labrar la tierra y pequeñas hojas de obsidiana utilizadas para afilar la madera.
En cuanto a los granos que fueron sembrados por los mesoamericanos, tenemos el maíz, el chile, el frijol y la calabaza. En cuanto a su hábito alimenticio, cada cultura tenía variantes en su menú diario, pero compartían muchas costumbres y características. Algunas de estas costumbres incluían una dieta estricta basada en los granos que cultivaban, y verduras como el tomate, la papa, los nopales y el aguacate.
Arquitectura monumental en Mesoamérica
La arquitectura de la civilización mesoamericana es una de las más particulares, ya que tiene elementos propios que no se repiten en ninguna otra cultura alrededor del mundo. Estas estructuras megalíticas surgieron como respuesta al auge poblacional que cada pueblo tuvo en algún momento de su historia.
Podemos encontrar ejemplos de esta arquitectura en pirámides, templos, casas y edificios ceremoniales. Fue el resultado de un intenso intercambio cultural entre los pueblos que habitaron Mesoamérica.
Este es uno de los principales aspectos de esta área cultural ya que dicho intercambio enriqueció la visión de arquitectos y constructores constantemente. No era raro ver la influencia de un complejo cultural en otro, ya que compartían sus conocimientos constantemente. Por ejemplo, podemos citar las similitudes entre la arquitectura teotihuacana y algunos edificios de la cultura zapoteca.
En este sentido, los rasgos arquitectónicos apreciados en sus edificios estaban determinados por significados mitológicos o religiosos, y sus diseños se alineaban con eventos astrales. En algunos casos, se lograban efectos luminosos especiales que aún se pueden apreciar en equinoccios, solsticios u otras fechas importantes.
Es impresionante que los mesoamericanos, sin contar con tecnología avanzada, fueran capaces de realizar inmensas obras arquitectónicas. Tales obras incluyen plazas públicas, canales, grandes viviendas, pirámides, templos y palacios en toda Mesoamérica. Esto se lograba con abundante mano de obra y materiales como la piedra caliza, el adobe, la madera y las mezclas vegetales que servían de cementación.
Una organización gubernamental estatal
Uno de los rasgos más distintivos de Mesoamérica es la presencia de una organización gubernamental como el Estado. Era una institución que lograba integrar un territorio delimitado con una población que compartía tradiciones y una estructura política jerarquizada. A la cabeza de esta estructura política se encontraba un gobernante supremo, que se denominaba en muchos casos «Cacique» o «Caudillo».
La primera forma de gobierno de Mesoamérica la encontramos en la cultura olmeca hacia el año 1200 a.C. La constitución de organizaciones políticas estables fue un tema persistente para que los líderes de la civilización mesoamericana cumplieran con sus agendas políticas o religiosas.
Estaban constantemente buscando una forma con la que pudieran ser capaces de gobernar a un número creciente de personas. Esta necesidad de encontrar una mejor forma de liderar mayores cantidades de personas, se debía a que las ciudades crecían rápidamente y requerían un mayor control.
Cada cultura tenía una forma particular de gobernar a su pueblo, pero era el mismo sistema estratificado para todas. En este sistema, el gobernante era considerado un dios o un emisario del cielo, y el pueblo debía rendirle tributo. La forma de hacerlo era llevándole regalos exóticos desde tierras lejanas, dándole las mejores cosechas o sacrificios humanos en su honor.
El antiguo calendario
Para las civilizaciones mesoamericanas, el tiempo era un elemento sagrado, una creación de los dioses, que también les proporcionaban un calendario. Por ejemplo, entre los mexicas Oxomoco, y Cipactónal fueron quienes crearon el calendario y lo entregaron a la humanidad. Este regalo divino permitió registrar los momentos significativos de su historia, su vida cotidiana, los eventos rituales y el ciclo agrícola para obtener buenas cosechas.
El calendario mesoamericano es la combinación de 2 calendarios, uno de 365 días llamado en náhuatl Xiuhpohualli o cuenta del año. El otro es un calendario de ciclo de 260 días llamado en náhuatl Tonalpohualli o cuenta de los días.
El Xiuhpohualli era el calendario utilizado por la gente común, ya que llevaba la cuenta del año solar, y estaba relacionado con los ciclos del Sol, la Luna, y tal vez el planeta Venus. El Tonalpohualli era un calendario «sagrado», ya que era utilizado principalmente por los sacerdotes. Muchos investigadores teorizan que los olmecas fueron los creadores del calendario de 260 días.
Las civilizaciones mesoamericanas tenían un vasto conocimiento en matemáticas y astronomía, y utilizaron este conocimiento para construir observatorios, en sitios arqueológicos como Monte Albán o Chichén Itzá. Estos observatorios servían para estudiar el movimiento de los astros y la trayectoria de los planetas. Con los datos obtenidos de estos estudios, podían hacer lecturas calendáricas precisas y registrarlas en piedra, cerámica o tela.
Este conocimiento fue heredado de generación en generación hasta la actualidad, donde fue descubierto por diversos investigadores.
Comercio entre civilizaciones mesoamericanas
Esta actividad podría considerarse como la más importante para todos los imperios y ciudades-estado que residían en Mesoamérica. Con la guerra, lograron expandir su territorio para formar imperios más grandes y pudieron obtener valiosos recursos. Pero las actividades comerciales contribuyeron más a largo plazo y dieron identidad a estas culturas porque todas las ciudades practicaban el comercio.
Las civilizaciones mesoamericanas tenían a su disposición una gran variedad de productos. Estos productos eran utilizados por los ciudadanos para comerciar en los mercados locales, con los pueblos vecinos o con otras civilizaciones.
El mercado de Tlatelolco en Teotihuacan sirve de ejemplo, ya que se supone que era muy grande y estaba lleno de mercancías. Hernán Cortés estaba tan asombrado por su diversidad que afirmaba que sólo un puñado de ciudades en Europa podían rivalizar con él.