Lil Wayne, a la izquierda, con Future durante el sketch «Booty Anthem», del episodio del 10 de noviembre de 2018 de Saturday Night Live. NBC/Rosalind O’Connor/NBC hide caption

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Lil Wayne, a la izquierda, con Future durante el sketch «Booty Anthem», del episodio del 10 de noviembre de 2018 de Saturday Night Live.

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Hizo falta una elaborada sátira para que dos de los actos más grandes del hip-hop abordaran el elefante en la habitación del rap.

El sábado por la noche en SNL, el invitado musical Lil Wayne interpretó dos canciones de su recién estrenado LP The Carter V. Sacó a la cantante pop Halsey para que hiciera los coros en «Can’t Be Broken», y al productor Swizz Beatz para que interpretara su canción «Uproar» en su segundo segmento. Pero lo más destacado fue la aparición de Wayne, junto con el rapero Future, en un sketch sobre el consentimiento sexual.

En «Booty Kings», los actores de SNL Chris Redd y Kenan Thompson interpretaron a The Booty Kings, dos raperos extravagantes – «los reyes de esa música de botín»- que lucen colgantes de solapa Time’s Up de gran tamaño junto a sus brillantes cadenas doradas Booty Kings. El sketch da la vuelta a la inclinación del rap convencional por los contenidos misóginos que cosifican a las mujeres, presentando al dúo, junto con Uncle Butt (Pete Davidson), como raperos que dan prioridad al consentimiento. Lejos de ser «emcees conscientes», se empeñan en navegar por la curva de aprendizaje.

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En el vídeo musical falso, los llamamientos sobreexcitados de The Booty Kings a las mujeres en el club vienen acompañados de torpes muestras de respeto por los objetos de su deseo: «Estoy en una misión para ese a**, pero primero necesito permiso», como dice el estribillo. «Luces, cámara, acción / Video vixen / Hendrix roba a tu chica / Pero sólo con su permiso», rapea Future en una aparición sorpresa que parodia el popular, pero jugado, engreimiento de los raperos que se jactan sin cesar de robar a las chicas de sus adversarios.

La ironía, por supuesto, es que el sketch cómico es probablemente lo más cercano que las principales estrellas del rap han llegado a participar en una conversación sobre el consentimiento en el año del #MeToo. Una parodia de SNL es lo más progresista que se puede hacer en 2018.

Mientras que los principales actores de todo el espectro del cine, la televisión, el periodismo y la comedia han sido puestos en el tiempo por tales presuntos abusos, el hip-hop y la industria de la música en general han ido en su mayoría sin control. A pesar de la campaña #MuteRKelly, el cantante de R&B todavía no se ha enfrentado a ninguna consecuencia real por la letanía de acusaciones de abuso sexual y coacción que se han hecho contra él, y que sigue negando. El magnate del hip-hop Russell Simmons se alejó de los focos, y de muchos de sus negocios, después de que una larga lista de mujeres denunciara haber sido víctimas de violación y de haber tenido encuentros abusivos con él a lo largo de los años.

Mientras tanto, las carreras de artistas contemporáneos, como XXXTentacion, que se enfrentó a cargos de agresión doméstica por golpear a su ex novia embarazada antes de ser asesinado a principios de este año, y Tekashi 6ix9ine, recientemente condenado a cuatro años de libertad condicional por una acusación de mala conducta sexual con un menor en 2015, han seguido prosperando en las listas de Billboard.

En cuanto a la música en sí, el reto creativo que el hip-hop aún tiene que afrontar es cómo respetar la creciente cultura del consentimiento cuando tanta misoginia se cuece en el pastel del rap comercial. Por su parte, Lil Wayne, conocido por sus letras lascivas a lo largo de los años, intenta limpiar su actuación en el sketch Booty Kings cuando rapea: «El respeto es el juego / Y el botín es el escarceo / Y yo juego una buena defensa si ese botín se ofende».

No es el baile con las palabras más delicadas, pero sí uno muy esperado.

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