El Demonio de Laplace

Una revolución científica comenzó en el siglo XVII con el desarrollo del cálculo y las leyes de la mecánica clásica por parte de Sir Isaac Newton. A partir de entonces, los científicos contemplaron la naturaleza desde una perspectiva muy diferente. Por primera vez, la física newtoniana permitió a los científicos determinar la dinámica de los cuerpos mediante ecuaciones sencillas.

El trabajo de Newton en este campo fue continuado a finales del siglo XVIII y principios del XIX por el físico francés Pierre-SimonLaplace. A Laplace se le atribuye la siguiente cita célebre, que a menudo se conoce como «el demonio de Laplace»

«Podemos considerar el estado actual del universo como el efecto de su pasado y la causa de su futuro. Un intelecto que en un momento dado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones mutuas de los seres que la componen, si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos al análisis, podría condensar en una sola fórmula el movimiento de los cuerpos más grandes del universo y el del átomo más ligero; para un intelecto así nada podría ser incierto y el futuro al igual que el pasado estaría presente ante sus ojos.»

– Marqués Pierre Simon de Laplace

El «Demonio de Laplace» se refiere a la idea del determinismo, es decir, la creencia de que el pasado determina completamente el futuro. Está claro que se puede ver por qué el determinismo era tan atractivo para los científicos (y los filósofos – el determinismo tiene raíces que se remontan a Sócrates). De hecho, este pasaje influyó mucho en el rumbo de la ciencia en los años venideros, y a principios del siglo XIX el determinismo estaba muy arraigado entre muchos científicos.En el mundo de Laplace todo estaría predeterminado, sin azar, sin elección y sin incertidumbre.

La naturaleza, sin embargo, es mucho más inteligente que esto. Hacia finales del siglo XIX, los matemáticos y los científicos empezaron a encontrar algunas ecuaciones muy difíciles de resolver; algunas, de hecho, eran completamente irresolubles. Un conjunto de ecuaciones matemáticas especialmente problemáticas eran las ecuaciones diferenciales no lineales. En la misma línea, existía el problema terriblemente difícil y pendiente de tres cuerpos atraídos mutuamente por la gravedad, el llamado «problema de los tres cuerpos» (o su generalización a «n-cuerpos»).

Al principio, problemas como éstos se descartaron como casos especiales y se ignoraron en gran medida. Resultó que estos llamados «casos especiales» trajeron consigo el nacimiento de una nueva forma de pensar. Cuando estas ecuaciones fueron finalmente estudiadas en detalle, comenzó a producirse un cambio fundamental en las matemáticas y en la ciencia, que acabaría derribando las ideas del determinismo. Se empezaron a vislumbrar los rasgos de la ciencia que se conocería como «caos». Niels Bohr lo dijo mejor:

«La predicción es difícil, especialmente del futuro».

– Niels Bohr

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