El miosarcoma se clasifica como uno de los cuatro tipos principales de cáncer y se define como un sarcoma o cáncer del tejido muscular; es un tumor maligno derivado de las células miogénicas.
El miosarcoma puede aparecer en la próstata y la vejiga, y en el intestino delgado y grueso.
Los sarcomas se asocian generalmente, pero no se limitan a los vasos sanguíneos, los músculos, el tejido conectivo, el cartílago y la grasa. Los sarcomas son el resultado de la proliferación del mesodermo o, en términos sencillos, del crecimiento rápido y excesivo de la capa media de la piel a partir de la cual se desarrollan los vasos sanguíneos, los músculos, los huesos y el tejido conectivo en la etapa embrionaria. Se puede encontrar muy poca información sobre los miosarcomas, pero los sarcomas son similares y se adhieren a los mismos órganos y partes del cuerpo que los miosarcomas.
En función de los tipos de tejido de los que procede el sarcoma, los sarcomas pueden tener distintos nombres. Por ejemplo, el osteosarcoma surge del hueso y el leiomiosarcoma surge del músculo liso del cuerpo.
Factores de riesgo
La exposición a la radiación, a determinadas sustancias químicas y los antecedentes familiares de ciertas enfermedades pueden aumentar el riesgo de un individuo de desarrollar un sarcoma. Aunque la causa de la aparición de los sarcomas es relativamente desconocida, los investigadores han encontrado pruebas que apoyan la teoría de que el cloruro de vinilo, el arsénico y los herbicidas de los conservantes de la madera y los ácidos fenoxiacéticos. Los pacientes que han recibido quimioterapia también corren el riesgo de desarrollar sarcomas de tejidos blandos, debido a la cantidad de radiación utilizada.
Pronóstico
Según las estadísticas exhaustivas de EE.UU., en un plazo determinado de cinco años:
El 90 por ciento de los pacientes con sarcomas en estadio 1 sobrevivirán al plazo de cinco años
El 75 por ciento de los pacientes en estadio 2 sobrevivirán al plazo de cinco años
El 50 por ciento de los pacientes en estadio 3 sobrevivirán al plazo de cinco años
Con los avances en las tecnologías de tratamiento y la amplitud de los conocimientos sanitarios disponibles para el público, las posibilidades actuales de sobrevivir a los cánceres están aumentando.
Prevención
La prevención de cualquier enfermedad empieza por una buena higiene; conocer los factores de riesgo, modificar el hábito de fumar y la dieta y, por último, someterse a revisiones periódicas.
Signos y síntomas
Cuando no se tratan, los pacientes con miosarcomas pueden presentar los siguientes síntomas: un bulto o una masa en el lugar del crecimiento, así como dolor o hinchazón en casos muy raros. Ciertos cambios visibles en el cuerpo deben comunicarse siempre directamente a un médico para realizar un diagnóstico adecuado.
Diagnóstico y estadificación
A los sarcomas se les asigna un grado «alto» o «bajo». Se pueden utilizar varios procedimientos para confirmar un diagnóstico:
- Los rayos X crean una imagen del interior del cuerpo. Esto puede permitir al médico detectar un tumor.
- La tomografía computarizada es muy parecida a los rayos X, pero toma imágenes transversales del cuerpo y puede determinar si un tumor se ha extendido o no a los pulmones o al abdomen. La tomografía computarizada se utiliza para determinar si es necesario extirpar quirúrgicamente un tumor.
- La resonancia magnética implica un imán y un ordenador conectados entre sí y puede utilizarse tanto para diagnosticar inicialmente a un paciente como para monitorizarlo después del diagnóstico.
También se pueden realizar pruebas cromosómicas para verificar crecimientos malignos.
Una biopsia, que es la extracción de tejido y/o células, es la única forma 100% efectiva de determinar la presencia de cáncer. La muestra de células/tejido es examinada bajo el microscopio por un patólogo.
Tratamiento
Como la mayoría de los cánceres, los sarcomas pueden tratarse con radiación, pero un enfoque más óptimo sería la quimioterapia; la cirugía también se utiliza para eliminar el crecimiento canceroso. Los pacientes deberían considerar la posibilidad de inscribirse en ensayos clínicos, gracias a los cuales se puede disponer de nuevos tratamientos.