(CNN) Midsi Sánchez, de 27 años, ha pasado la última década abogando por los niños desaparecidos y explotados.
«Cada vez es como si me volviera a traumatizar, pero estoy dispuesta a hacerlo para ayudar a esas familias», dijo Sánchez.
A los 8 años, fue secuestrada y agredida sexualmente durante casi tres días por un pedófilo y asesino convicto.
Pudo escapar después de que a su secuestrador se le cayeran las llaves.
«Me puse delante de un camión y dije: ‘Me llamo Midsi Sánchez, me han secuestrado.'»
Del trauma a la depresión
El desgarrador secuestro fue noticia, pero su recuperación del trauma fue una pesadilla personal.
Sánchez volvió a su escuela de Vallejo, California, dos semanas después de su fuga, inundada de preguntas de sus inquisitivos compañeros de clase. A pesar del tratamiento activo para el trastorno de estrés postraumático, luchaba por procesar lo que le había sucedido y volver a la normalidad.
«No podía relacionarme con nadie», añadió.
Sánchez se deprimió profundamente. Para cuando entró en la adolescencia, había dejado la terapia y recurrió a las drogas y al alcohol para sobrellevar la situación. Era adicta y estaba fuera de control.
«Pasé de la depresión a la rabia, y luego la rabia se convirtió en peleas y las peleas en pandillas», recordó Sánchez. «Simplemente era un desastre de adolescente».
Las cosas empeoraron. En 2009, mientras viajaba en un coche con un conductor ebrio, Sánchez tuvo un accidente.
«Acabé volando a través de un parabrisas a 130 km/h rompiendo prácticamente todos los huesos desde la cintura hasta el cuello»
Llevada al hospital, la joven de 16 años descubrió que estaba embarazada.
«Tuve una experiencia que me cambió la vida y supe que quería ser diferente».
Sánchez retomó la terapia. Tenía una nueva determinación y estaba a punto de encontrar una nueva misión.
Mantener la vida, encontrar un propósito
Cuando Sánchez se enteró del secuestro de otra niña en la cercana ciudad de Tracy, California, le tocó de cerca.
«Tenía 8 años, era latina y procedía de una familia de cinco miembros como la mía», explicó Sánchez.
«Me llevé a casa el folleto de esa niña e hice imprimir 3.000 copias».
También conectó con la familia de la niña. Su presencia le proporcionó consuelo.
«Fue entonces cuando se me encendió la bombilla y me di cuenta de por qué sigo aquí», concluyó Sánchez. «Tengo que utilizar mi historia».
Empezó a trabajar como voluntaria en la Fundación KlaasKids, hablando de muchos casos de niños desaparecidos de alto perfil. KlaasKids fue creada por Marc Klaas tras el secuestro y asesinato en 1993 de su hija, Polly Klaas, de 12 años.
Ese trabajo llevó a Sánchez a iniciar su propio programa de concienciación sobre la seguridad infantil. Incluye giras de charlas con marionetas que enseñan a los niños a reconocer y afrontar situaciones peligrosas.
«Esta es la razón por la que sigo viva», dijo. «Consigo convertir mi situación traumática en algo poderoso».